miércoles, 25 de agosto de 2010

LA ESCUELA COLOMBIANA HACE 200 AÑOS,
AL DERECHO Y AL REVÉS

Oscar Saldarriaga Vélez
Buenos días. Me llamo José María Triana y soy maestro de escuela en
Bogotá, Capital de mi querida República de la Nueva Granada. Ser “maestro
de primeras letras” y tener una escuela para recibir a todos los niños es algo
bastante raro y nuevo en estos tiempos. Con sólo decirles que en el glorioso
año de 1810, hace 17 años, había apenas dos escuelas en toda la ciudad.
Y yo parezco más raro aún, soy ¡“maestro lancasteriano”! Eso no es
ninguna enfermedad, es que, a mucho honor, soy el primer maestro
colombiano que dirige una escuela con un sistema inglés recién importado.
Mister Lancaster, su inventor, les prometió a mis generales Bolívar y
Santander que con ese sistema un solo maestro le puede enseñar a 1,000
niños ¿Se imaginan el salón? ¿Y al maestro en medio de 1,000 niños?
Bueno, pues ese es el final del cuento, porque quiero explicarles por qué mi
escuela y yo les parecemos tan raros a mis compatriotas.
La historia de mi escuela es al revés de lo que se imaginan: en Colombia no
nacieron primero las escuelas, nacieron primero las universidades, y ellas
tenían todo dentro, colegios y escuelas. Allá enseñaban a leer, después
el latín y luego las carreras de Derecho y Teología, de donde salían los
abogados y los sacerdotes. Todo era para los pocos descendientes de los
españoles. Por eso no había escuelas grandes y abiertas a todos, aunque
sí había chicos de 10 años que eran universitarios: entraban allá a aprender
el alfabeto y la gramática, y ¡ya eran universitarios! Y eso no es todo, los
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títulos eran de tres grados: bachiller, maestro y doctor. Sí, bachiller no era
el que terminaba el colegio, era un universitario que había terminado los
dos primeros años de una carrera. Por eso los bachilleres, que eran por lo
general blancos sin dinero ni propiedades pero que sabían leer y escribir,
iban ganándose la vida escribiendo las peticiones de la gente y los pleitos.
Otros iban a enseñarles a los hijos de los ricos en sus casas: esos fueron los
primeros maestros que hubo en este país, pero como andaban de pueblo en
pueblo, no inspiraban mucho respeto.
Todo esto nos parece el mundo al revés… ¿O al
derecho? Es que el derecho en nuestros tiempos
era el revés en los tiempos de los españoles.
Los primeros conquistadores y los misioneros
que llegaron hicieron unas chozas para tener
internados a los indígenas, pero sólo a los hijos
de los caciques y de los nobles, y no para que
fueran universitarios, sino para que les ayudaran a
mandar en sus propias comunidades. Se llamaron
“escuelas doctrineras”, y fueron muy pocas, pues
a nuestros ancestros les gustaba más aprender
caminando por sus selvas y montañas. Esas
escuelas estaban en los “pueblos de indios”
que quedaban en las fronteras y que nunca
fueron consideradas como verdaderas entidades
educativas, porque los indios tampoco eran
considerados como verdaderos “civilizados”.
Tuvieron que pasar más de 100 años, como hasta 1687, para que se
organizaran otras escuelas. En ese tiempo los indios, los blancos y los
esclavos negros ya se habían juntado y habían tenido descendientes, pero
a pesar de la mezcla de las personas, el orden de la sociedad separaba y
diferenciaba la gente por razas. Las ciudades habían crecido y ya había
niños huérfanos y pobres andando por las calles de los poblados. Se
organizaron unas pocas escuelas, sólo en cinco ciudades, que eran sobre
todo para recoger a los huérfanos pobres. Por eso las
llamaron “escuelas pías”, o sea, piadosas, y porque
se construyeron junto a unos colegios que tenían
los padres jesuitas. Tampoco fueron verdaderas
escuelas públicas, porque le prohibían
la entrada a “indios, negros, mulatos y
zambos…”, y a las niñas, no importaba
que fueran blancas o ricas. Y además,
adentro del salón también se separaban
las bancas de los “ricos, los plebeyos y
los pobres”.
Pasaron otros 100 años, hasta 1767:
ese año fue famoso, porque fue
entonces cuando los reyes de España
expulsaron a los jesuitas de toda la
América castellana y portuguesa,
porque sintieron que estos religiosos
se habían vuelto muy poderosos y
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le hacían competencia a la monarquía. Y por eso el Rey mandó a sus
funcionarios a usar los colegios, las tierras y los dineros de los jesuitas para
fundar universidades, colegios y escuelas públicas.
Y entonces, el mundo quedó al revés. O al derecho: los filósofos
descubrieron que la educación era la “fuente de toda felicidad y prosperidad
de todos” y empezaron a enseñar que en la era de la Ilustración todos
tenían derecho a la educación. Mejor dicho, ahí fue cuando empezaron
a pensar que era importante que el Estado patrocinara la educación
elemental, gratuita y para todos los niños, y que toda fuera uniforme, con los
mismos libros y los mismos métodos, con bancos, con patios y sin castigos
físicos. Fue entonces cuando se contrataron doctores y catedráticos en las
universidades para cultivar las ciencias experimentales, las matemáticas
y la botánica. Con esas ciencias, el Estado empezó a formar “hombres
útiles para la patria”, ya no sólo para la Iglesia. Y desde ese momento
las escuelas se separaron de las universidades y el Estado empezó a
reunir a esos maestros andariegos para hacerles exámenes y para poder
contratarlos y enseñarnos nuevos métodos pedagógicos.
Todo esto ha pasado muy rápido, sólo 60 años antes de la Revolución de
Independencia de 1810, como quien dice, lo que ha durado la vida de mi papá.
Y aunque todavía hoy no han cambiado muchas ideas sobre las diferencias de
raza, en las escuelas republicanas enseñamos que las diferencias nacen de lo
que cada uno pueda y quiera aprender. Por eso mis compatriotas no entienden
muy bien las ideas de igualdad, y todavía no saben muy bien cómo tratarnos, si
con respeto o con desconfianza.
Nos quedan muchos obstáculos por vencer: en nuestro país las distancias
son grandes, los caminos difíciles y pasará mucho tiempo para que haya
escuelas en todos los pueblos o para que les lleguen los útiles y los libros a
los niños y a veces hasta los sueldos a los maestros. Todo eso preocupa a
los Libertadores. Pero yo creo que la mayor dificultad es lo que mi general
Bolívar llama “la gran ignorancia del pueblo”: los padres de familia no quieren
mandar a sus hijos a la escuela.
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Como la mayoría de habitantes de nuestra República son campesinos, no
les gusta que sus hijos dejen de trabajar en las sementeras y creen que lo
que enseñamos en las escuelas es inútil. Nuestro pueblo piensa todavía que
el derecho de las cosas es que los niños trabajen y dicen que la escuela es
dañina porque un “niño ilustrado” tarde o temprano dejará los campos para
irse a ganar la vida en las ciudades. Tenemos que enseñarles el derecho.
Y por eso fue que mi general Bolívar se trajo al mismísimo mister
Lancaster, el inventor de las “escuelas de enseñanza mutua”, el de los
1,000 niños. Bueno, les contaré rápido cómo funciona. El secreto consiste
en organizar la escuela como una de esas grandes fábricas de telas que
hay ahora en Inglaterra: se ordena a los niños en bancas muy largas y en la
punta de cada una se pone al chico que sepa más, para que enseñe, vigile
y mande a los demás: esos se llaman monitores. Ellos les enseñan una
letra a los más chicos, una letra y otra, y cada vez que uno aprende una
nueva, sube de puesto en la banca y después pasa a la banca de adelante,
y a otra, de modo que los que aprenden más llegan a ser monitores. Por
eso la llaman enseñanza mutua.
La disciplina es muy fuerte porque para que todo funcione el maestro tiene
que ser como un militar, dando las órdenes con una vara para que todos
hagan lo mismo al mismo tiempo. No usamos cuadernos ni lápices, sino
pizarras y unos cajones de arena para dibujar las letras por turnos. A todos se
los califica con puntos buenos o malos que se pagan con bonos. A los chicos
indisciplinados se los castiga poniéndoles un gorro que dice “burro”, pero
algunos maestros han abusado de esos castigos y le han dado mala fama
al sistema. Como mister Lancaster está por estos días en Caracas, voy a
escribirle para que me aconseje, pues en mi escuela lancasteriana de Bogotá
he tenido hasta 200 muchachos, pero no se dejan disciplinar así no más.
Bueno, niños, ésta es la historia de nuestra escuela y se las he contado porque
ustedes han sido elegidos como mis primeros monitores. Así que, ¡a trabajar

tomado de

¿Cómo eran los colegios en la época de la Colonia?

¿Qué hizo la Pola para aparecer en un billete?

¿Será que el grito de independencia del 20 de julio fue algo improvisado?

¿Cómo eran los matrimonios en la Colonia?

aqui encontramos como eran los matrimonios en la epoca de colonia

HISTORIA COLOMBIANA

Nadie sabía exactamente qué iba a pasar el 20 de julio de 1810, pero se podía percibir una atmósfera de que algo ocurriría. Fue un viernes, día de mercado y todo el pueblo caminaba por las calles de Santa Fe.
Después de la abdicación del monarca español Fernando VII tras la invasión francesa a España en 1808, llevada a cabo por parte de Napoleón Bonaparte, en España se organizaron juntas de gobierno a nivel local para resistir al invasor y, a la vez, gobernar en ausencia del rey depuesto. Estas juntas pronto uniéndose organizaron un gobierno "alterno" al gobierno de ocupación impuesto por Napoleón.
Este gobierno alterno tenía representantes de todas las provincias de toda España y también de sus colonias. Sin embargo, la representación de las colonias era inferior a la de los reinos españoles. En el caso de las colonias americanas había sólo 9 representantes en contraste con los 36 de la península. Esto hizo que en América se buscara o una mayor representación o una mayor autonomía, e incluso Independencia de la metrópoli.
Ya en 1809 se habían producido los primeros gritos de libertad en la América española, en lo que hoy es Ecuador y Bolivia. En la Nueva Granada se habían gestado de manera similar, y ciudades como Cartagena y Mompos habían conformado juntas independentistas que buscaban mayor autonomía e incluso una independencia absoluta de España
En la provincia de Santa fe se había creado una junta de notables integrada por autoridades civiles e intelectuales criollos. Los principales personeros de la oligarquía criolla que conformaban la junta eran: José Miguel Pey, Camilo Torres, Acevedo Gómez, Joaquín Camacho, Jorge Tadeo Lozano, Antonio Morales, entre otros.
Estos comenzaron a realizar reuniones sucesivas en las casas de los integrantes y luego en el observatorio astronómico, cuyo director era Francisco José de Caldas. En estas reuniones empezaron a pensar en la táctica política que consistía en provocar una limitada y transitoria perturbación del orden público y así aprovechar para tomar el poder.
La junta de notables propuso entonces crear un incidente con los españoles, a fin de crear una situación conflictiva que diera salida al descontento potencial que existía en Santafé contra la audiencia española. Lo importante era conseguir que el Virrey, presionado por la perturbación del orden, constituyera ese mismo día la Junta Suprema de Gobierno integrada por los regidores del Cabildo de Santafé.
Don Antonio Morales manifestó que el incidente podía provocarse con el comerciante peninsular don José González Llorente y se ofreció "gustoso" a intervenir en el altercado. Los notables criollos aceptaron la propuesta y decidieron ejecutar el proyecto el viernes, 20 de julio, fecha en que la Plaza Mayor estaría colmada de gente de todas las clases sociales, por ser el día habitual de mercado.
Se convino que un grupo de criollos (encabezados por Pantaleón Santamaría y los hermanos Morales) fueran el día indicado a la tienda de Llorente a pedirle prestado un florero o cualquier clase de adorno que les sirviera para decorar la mesa de un anunciado banquete en honor a otro criollo destacado, Antonio Villavicencio. En el caso de una negativa, los hermanos Morales procederían a agredir al español.
A fin de garantizar el éxito del plan, si Llorente entregaba el florero o se negaba de manera cortés, se acordó que don Francisco José de Caldas pasara a la misma hora por frente del almacén de Llorente y le saludara, lo cuál daría oportunidad a Morales para reprenderlo por dirigir la palabra a un "chapetón" enemigo de los americanos y dar así comienzo al incidente.

Y llégo el 20 de julio

"Según cuentan algunos testigos, los criollos fueron al almacén de Llorente a pedirle prestada una pieza. Algunos dicen que fue un ramillete, otros un farol y otros un florero, con el fin de adornar la mesa de Antonio Villavicencio. Llorente se resiste porque dice que la pieza está maltratada y en mal estado. Se arma el tumulto y se convoca a un cabildo abierto poniéndose en sintonía con lo que ocurre en las otras provincias de la Nueva Granada y lo que ocurre en las otras colonias españolas", cuenta Daniel Castro, director del Museo de la Independencia, lugar donde ocurrieron los hechos del 20 de julio y donde aún reposa una parte de la pieza que los criollos fueron a pedir prestada.
Poco antes de las doce del día, como estaba previsto, se presentaron los criollos ante Llorente y después de hablarle del anunciado banquete a Villavicencio, se le pidió prestado la pieza para adornar la mesa. Llorente se negó, pero su negativa no fue dada en términos despectivos o groseros. Se limitó a explicar diciendo que la había prestado varias veces y ésta se estaba maltratando y por lo tanto, perdiendo su valor.
Entonces intervino Caldas, quien pasó por frente del almacén y saludó a Llorente, lo que permitió a don Antonio Morales, como estaba acordado, tomar la iniciativa y formular duras críticas hacia Llorente. Morales y sus compañeros comenzaron entonces a gritar que el comerciante español había respondido con palabras contra Villavicencio y los americanos, afirmación que Llorente negó categóricamente.
Mientras tanto los principales conjurados se dispersaron por la plaza gritando: ¡Están insultando a los americanos! ¡Queremos Junta! ¡Viva el Cabildo! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Mueran los bonapartistas! La ira se tomó el sentir del pueblo.
Indios, blancos, patricios, plebeyos, ricos y pobres empezaron a romper a pedradas las vidrieras y a forzar las puertas. El Virrey, las autoridades militares y los españoles, contemplaron atónitos ese súbito y violento despertar de un pueblo al que se habían acostumbrado a menospreciar.
[arriba]
El Acta de Independencia
La revolución no tuvo entonces las proyecciones que eran de esperarse porque gran parte de los que intervenían eran indios y habitantes de las poblaciones de la Sabana, que debían regresar a sus pueblos. Cosa que indujo a Acevedo Gómez, uno de los jefes de la oligarquía criolla, a reunir a algunos del Cabildo y declararse investido del carácter de "tribuno del pueblo". Construyó la famosa Junta de Gobierno con la cual sustituiría el virreinato, firmando el Acta de Independencia.
La llamada "Acta de Independencia" de Santa fe no era realmente una declaración propiamente de independencia, pues como lo afirma el mismo documento, esta no pretendía (en nombre de la Nueva Granada) "abdicar los derechos imprescriptibles de la soberanía del pueblo a otra persona que a la de su augusto y desgraciado Monarca don Fernando VII". En contraposición, otras "actas de independencia", como la que se promulgó en la ciudad de Mompos (del 6 de agosto de 1810) sí buscaron una real independencia de España.
Según el historiador colombiano Germán Mejía, "El 20 de julio es un movimiento bogotano, local, y genera un problema inmediato que además tiene pretensiones sobre las otras juntas que se estaban dando en el país. La pretensión consistía en definir lo que iba a ser el territorio de la Nueva Granada. Es el triunfo del centralismo sobre la realidad de las provincias de principios del siglo XIX. Los criollos tuvieron el papel de construir la primera República. El 20 de julio que nosotros entendemos hoy en día es el fabricado a finales del siglo XIX y no lo que sucedió a comienzos de este siglo".
El episodio ocurrido el 20 de julio sintetizó las contradicciones del imperio español: corona- reinos, criollos-peninsulares y finalmente metrópoli-colonias. La independencia de Nueva Granada y sus proyectos estado nación serían supuestamente el resultado y la solución de estas tensiones.

biografia de Cristobal Colon

Biografía de Cristóbal Colón

Si bien lo aceptado es que Cristóbal Colón nació en Génova, algunas opiniones difieren en cuanto a su origen (catalán, castellano, francés, griego, etc). Por otro lado, la fecha de su nacimiento oscila entre el 26 de agosto y el 31 de octubre de 1451.

Era hijo de un matrimonio de humildes tejedores: Diego, Doménico o Domingo Colombo y Susana Fontanarrosa fueron sus padres.

Se interesó desde niño por la navegación y, desde muy joven, trabajó como grumete.

En 1477, cuando vivía en Lisboa (Portugal), se casó con Felipa Muñiz de Perestrello, con quien tuvo a su hijo Diego (en 1482).

Interesado por la geografía, leyó tratados y conoció los mapas que circulaban en su época. Deseaba llegar a las Indias Orientales, tierra en las que suponía que iba a encontrar grandes riquezas.

En 1484, al fallecer su esposa, viajó con su hijo a España y residió en el Convento de la Rábida. Allí, los monjes aceptaron sus teorías y proyectos.

En 1486 los Reyes Católicos lo recibieron por primera vez en Alcalá de Henares (Madrid), pero una junta de expertos rechazó sus proyectos.

En 1488 conoció a Beatriz Enríquez de Arana, con quien tuvo a su segundo hijo, Fernando.

Con la ayuda de uno de los religiosos del convento, Fray Juan Pérez, logró el apoyo de los reyes de España, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, quienes solventaron económicamente la organización de la expedición.

El 17 de abril de 1492 se firmaron las capitulaciones de Santa Fe, que concedieron a Colón el título de almirante de la expedición, el de virrey de la tierra que conquistara y el diez porciento de la riquezas que pudiera traer a España.

El 3 de agosto de 1492, Colón partió de Puerto de Palos (España) y el 12 de octubre de ese año desembarcó por primera vez la tripulación en la Isla Guanahaní (luego bautizada como San Salvador).

Ya de vuelta en España relató sus experiencias en las Indias y tuvo una excelente recepción por parte de los reyes católicos.

A partir de entonces, Colón realizó otros viajes, pero ninguno logró tanto éxito como el primero.

Olvidado, triste y enfermo, el gran navegante falleció el 20 de mayo de 1506 en Valladolid, en compañía de sus dos hijos y de dos de sus fieles marinos.

En 1544 sus cenizas fueron trasladadas a Santo Domingo y, a partir de 1796, quedaron en la Catedral de La Habana.

sacado de:

http://www.me.gov.ar/efeme/colon/biografia.html
el bicentenario algo marabilloso que se celebro en 1810, el grito de indendencia que se celebara con los paises argentina mexico chile venezuela y colombia .
cuando simon bolivar dio el grito de independencia y libero algunos paises de los españoles

El grito de independencia del 20 de Julio de 1810 en Santa Fe de B

El viernes de Julio de 1810,dia de mercado, dia de Santa Librada, a las 12 del medio dia, empezo a esprsirse un rumor que indicaba que Jose Gonzalez Llorente habia dicho groserias contra los americanos ( Incluyendo neogranadinos).Todo sucedio cuando don Lorenzo Marroquin fue a su tienda para pedirle un florero prestado, para recibir a don Antonio de Villavicencio, comisionado del Consejo de Regencia.
El chisme se rego como polvora y provoco el disgusto de don Francisco Morales .
Francisco Jose de Caldas, le dijo que no le prestara atencion, aunque Morales no le prestó atencion.
Un rato despues Morales y sus 2 hijos, entraron a su tienda y lo obligaron a escapar a la casade las Señoras Gutierrez.
A la 1 de la tarde Llorente decidio irse a su casaparapasar desapercibido, aunque lo reconocieron.
A las 2 y media de la tarde, el pueblo pidio la encarcelacion de Llorente y, Jose Miguel Pey (Alcalde de Bogota), decidio encarcelar a Llorente.
Al dia siguiente se creo el Cabildo Abierto, y así el lunes 23 de Julio encarcelaron a Villavicencio y su esposa.

Resumen tomado de la Alta Consejeria Presidencial para el Bicentenario de la Independencia

martes, 24 de agosto de 2010

::URNA CENTENARIA::

::URNA CENTENARIA::

“Este año es muy especial, pues se celebra el Bicentenario del Grito de Independencia. Fue en nuestra Bogotá donde crecieron las raíces de la libertad de Colombia. El 20 de julio de este año abriremos la Urna Centenaria que reposa en el Museo de Bogotá y que posiblemente atesora documentos, fotos y demás material histórico de 1910, cuando se celebró el centenario del Grito de la Independencia. “Para abrirla el 20 de julio de 2010”, dice la inscripción de la tapa. Eso haremos. Además, lanzaremos una convocatoria para llenar una nueva urna con objetos representativos de la Bogotá del siglo XXI. Una urna que permanecerá cerrada durante 100 años”.

miércoles, 11 de agosto de 2010

¿La Expedición Botánica fue sólo dibujar maticas?



EXCLUSIVA IMAGEN DE BOLÍVAR CON MANUELITA SAENZ

Simbolos y Emblemas de nuestra Patria



El Condor de los Andes



Palma de Cera





Orquidea Cattleya


Himno Nacional de la Republica de Colombia


Bandera de la Republica de Colombia







Escudo Nacional de la Republica de Colombia



!SABIAN QUE MANUELITA SAENZ ERA LA ESPOSA DE SIMON BOLÍVAR
(Camilo Torres Tenorio; Popayán, 1766 - Santafé de Bogotá, 1816) Abogado, político y patriota colombiano. Cuarto hijo (primer varón) de una familia de nueve hermanos, fue su padre el español Francisco Jerónimo de Torres, comerciante, minero y propietario de vastas extensiones territoriales al sur de Neiva, en la costa del Pacífico y en Popayán, casado con la payanesa María Teresa Tenorio.
Camilo Torres estudió en el Seminario de Popayán, en el que era rector el presbítero ecuatoriano Juan Mariano Grijalva y ejercía la docencia José Félix Restrepo. En aquellos tiempos se estaban revolucionando los métodos de enseñanza, de acuerdo con la reforma educativa propuesta por el fiscal Francisco Antonio Moreno y Escandón. Allí tomó clases de griego, latín, retórica, matemáticas, filosofía y teología, preparación ésta, especialmente la de lenguas clásicas, que le permitió dominar varios idiomas: italiano, francés, inglés y alemán.
Camilo Torres Tenorio
Una vez que terminó el ciclo de estudios en Popayán, se trasladó a Santafé de Bogotá, donde obtuvo los títulos de bachiller y doctor en Derecho Canónico y Filosofía en el Colegio Mayor del Rosario, donde fue pasante, conciliario segundo y vicerrector. A los 28 años se recibió como abogado de la Real Audiencia y lo fue también de los Reales Consejos. Torres fue el más eminente de los abogados de su época, pues además de cumplir con todos los requisitos, recibió de la Corte española la facultad de litigar en todas las audiencias de América. De él opinó Humboldt que era "un coloso de la inteligencia".
Camilo Torres había estudiado en Popayán con Francisco Antonio Zea, Joaquín de Caycedo y Cuero, Francisco Antonio Ulloa, José María Cabal, así como con su primo Francisco José de Caldas. Con algunos de ellos volvió a encontrarse en Santafé y, al igual que la mayoría de los criollos cultos de la época, se vinculó a la actividad intelectual que por los primeros años de la última década del siglo XVIII distinguió la capital.
Participó, entonces, en la Tertulia del Buen Gusto, organizada por doña Manuela Sanz de Santamaría y Prieto, quien tenía un gabinete de historia natural ordenado y clasificado por ella misma. En dicha tertulia se hablaba de literatura y cuestiones científicas, se improvisaban versos y se trataban temas frívolos al calor de un tradicional chocolate santafereño; en ella participaron el cartagenero José Fernández Madrid, el payanés Francisco Antonio Ulloa (viejo amigo de Torres), el timaneyo José Miguel Gutiérrez de Caviedes, el cartagenero Manuel Rodríguez Torices y el bumangés Custodio García Rovira, personajes que desempeñaron un papel importante en la primera independencia, todos ellos egresados del Colegio Mayor del Rosario o del San Bartolomé, los dos centros docentes más importantes de la capital.
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En 1794, Camilo Torres se vio involucrado en el llamado "Motín de los pasquines": las paredes de Santafé amanecieron cubiertas de pliegos manuscritos que contenían protestas contra la opresión del gobierno español. Dicho movimiento, el primero que se presentaba después de los Comuneros, fue promovido por los estudiantes del Rosario y estaba íntimamente ligado a la publicación de Los derechos del hombre y del ciudadano que realizó Antonio Nariño; se acusó entonces a Torres por ser catedrático del Rosario y amigo de Francisco Antonio Zea; las autoridades allanaron su biblioteca y encontraron gran cantidad de libros en francés que fueron llevados para que la Inquisición los analizara, pero el dictamen favoreció a Torres y salió absuelto de toda culpa.
Frente a sus amigos implicados en estos hechos, Torres asumió una posición ambivalente: adelantó una de sus más importantes intervenciones judiciales cuando actuó en defensa de Francisco Antonio Zea, quien finalmente fue desterrado a Cádiz, junto con otros conspiradores, el 3 de noviembre de 1795. Sin embargo, se negó a defender al Precursor Nariño, pese a ser su amigo personal.
En 1795 asumió la defensa de los estudiantes payaneses sindicados de sedición, Nicolás y Juan José Hurtado, en sociedad con el abogado Luis de Ovalle. En 1797 defendió al cura Eloy de Valenzuela, antiguo subdirector de la Real Expedición Botánica y en ese momento párroco de Girón, quien había sido acusado de pronunciar un sermón revolucionario.
Torres también actuó como abogado de pobres, cargo desde el cual defendió ocasionalmente a algunas personas de escasos recursos económicos. Por lo general, se distinguió como defensor de los privilegios institucionales del sector criollo residenciado en Santafé. También se ocupó de consolidar una importante fortuna, para lo cual recurrió con frecuencia a sus conocimientos jurídicos. Fue así como adelantó una brillante defensa en favor de su hermano Miguel y asociados sobre el bergantín inglés El Vigilante, apresado por ellos y cuya propiedad les correspondía, a pesar del desconocimiento por parte del presidente de Quito, barón de Corondelet. En 1802 Camilo Torres contrajo matrimonio con Francisca Prieto Ricaurte, con quien tuvo seis hijos.
El Memorial de agravios
En 1808, Napoleón Bonaparte invadió España y colocó a su hermano José en el trono español; como consecuencia, la política colonial de las Cortes españolas cambió. Se constituyó la Junta Suprema de España e Indias, que se erigió en gobierno general del reino.
En esa coyuntura surgió la figura política de Camilo Torres, que se declaró antirregentista y partidario de Fernando VII; se opuso a las determinaciones tomadas en la metrópoli, ya que, pese a estar ésta ocupada, continuaba exigiendo obediencia a las colonias. Propuso seguir el ejemplo de las provincias españolas que se proclamaron soberanas para apoyar irrestrictamente al rey de España, lo que significaba crear juntas provinciales de gobierno, a la manera de las de la Península, en la Nueva Granada, desconociendo la de Sevilla.
Pese a la protesta de Torres y de muchas otras voces en las diferentes colonias, la Junta sevillana, aún bajo el dominio de José Bonaparte, declaró que las propiedades allende el mar eran prioridad de la monarquía española y autorizó la presencia de sus representantes en la Junta Central, pero en un número inferior al de los españoles. El ambiente político de las colonias se caldeó cada vez más.
La nominación de candidatos, por terna, se realizó en los cabildos de Santafé y de las principales ciudades de las provincias. Una vez nominados los candidatos, el representante se designó en un sorteo en que resultó elegido Antonio de Narváez. Por su parte, Camilo Torres fue nominado por Popayán. Fue nombrado asesor del Cabildo de Santafé, corporación que se había convertido en el baluarte de los criollos. Fue además asesor de la Casa de Moneda. Desde tales cargos Camilo Torres sentó su airada protesta contra la Junta Central española, en un opúsculo que se ha llamado el Memorial de agravios y cuyo título es Representación del Cabildo de Bogotá a la Suprema Junta Central de España.
En ese documento, Torres dio una respuesta, en nombre del Cabildo de Santafé, a la Junta Central ante la intención de permitir americanos en ese organismo, pero en un número irrisorio. Es, por lo tanto, una aguda crítica al régimen colonial, pero sin expresar abiertamente la separación definitiva de las colonias americanas de España. Afirmó que América y España, Las Españas, eran parte de un reino con iguales derechos, y por tanto ninguna de las partes podía imponer leyes sobre la otra. Denunció la discriminación contra los criollos y pidió para este sector el derecho a ocupar posiciones de alto rango.
El documento nunca llegó a España y el virrey no quiso prestarle atención, hasta el punto de que nombró a seis españoles como miembros del Consejo y más tarde desconoció el nombramiento de Luis Caicedo como alférez real, medidas todas que impidieron el pacto colonial y permitieron la ola cada vez más creciente de motines en las distintas provincias de la Nueva Granada.
La conjura del observatorio astronómico
Camilo Torres participó activamente en los hechos del 20 de julio de 1810 en Santafé de Bogotá. Planeó la conjura en el observatorio astronómico que dirigía su primo Francisco José de Caldas, formó parte de la Junta de Gobierno constituida luego de los incidentes, y le comunicó al virrey Amar y Borbón la decisión de la Junta para que pusiese a las órdenes de ésta el depósito y el parque de artillería. Acorde con su posición de defensa de los derechos del rey de España, propuso que el virrey fuera el presidente de la Junta Suprema, medida que fue desaprobada popularmente, pese a lo cual continuó insistiendo en que debía existir un entendimiento entre las partes patriotas y españoles europeos, al punto que fue vocal-secretario en el manifiesto del 18 de septiembre de 1810 levantado con tal fin.
En diciembre de 1810, Torres participó como diputado por Pamplona en el Supremo Congreso. Exigió que no se aceptara a Emigdio Benítez la credencial que lo acreditaba como diputado por Sogamoso; tal petición recibió voto negativo de los demás miembros, y Torres se retiró junto con León Romero (delegado por Mariquita), Joaquín Camacho y Manuel de Bernardo Álvarez (delegado por Santafé).
El 11 de enero de 1811 se llevaron a cabo las elecciones para el Colegio Electoral de Cundinamarca. Torres resultó elegido, junto con Manuel Camacho y Quesada, por la Catedral, y con su viejo amigo Frutos Joaquín Gutiérrez fue electo secretario de dicha institución colegiada, que sesionó durante un mes, al cabo del cual se proclamó la primera Constitución de carácter monárquico de la provincia de Cundinamarca y se nombró como presidente a Jorge Tadeo Lozano.
Desde un comienzo Torres había defendido la tradición de los cabildos autónomos, pues consideraba justo que las provincias ejercieran su soberanía, y por ende el federalismo, posición que no era compartida por Antonio Nariño y otro grupo de criollos llamados centralistas. El Precursor Antonio Nariño asumió la Presidencia el 21 de septiembre de 1811 y la rivalidad entre las dos formas de gobierno fue cada vez más notoria, al punto que se formaron dos partidos: el de los "pateadores" encabezado por Nariño y el de los "carracos" dirigido por Torres; de esta última facción formaban parte la mayoría de los miembros de las Juntas de Notables establecidas desde el grito de Independencia.
El 27 de noviembre de 1811, un número minoritario de delegados reunidos en Santafé firmó el Acta de Federación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, de la que Torres fue redactor y principal promotor, como diputado por la provincia de Pamplona. En dicho documento se conservó la antigua división administrativa, las provincias cedieron al Congreso la defensa militar, dispusieron que éste ejerciera las funciones legislativas y ejecutivas, y rompieron definitivamente con el regentismo, así como, días después, con el gobierno de Antonio Nariño en Cundinamarca.
Camilo Torres fue elegido presidente del Congreso y jefe del ejecutivo nacional, cargos que ejerció entre 1812 y 1814, y para los que fue nombrado en el Congreso federalista reunido en Villa de Leiva el 4 de octubre de 1812. El centro de la facción federalista fue Tunja, desde donde se emprendió una ofensiva militar contra el gobierno de Cundinamarca.
Se encendió así la primera guerra civil, que estremeció al país y dio la victoria al centralismo. Poco después fue negociada la paz entre los dos gobiernos, la cual duró hasta noviembre de 1814 cuando, ante la derrota de Antonio Nariño en las provincias del Sur, los ejércitos federalistas comandados por Simón Bolívar sometieron, el 11 de diciembre de 1814, al presidente Manuel de Bernardo Álvarez.
Torres fue elegido presidente de las Provincias Unidas pero, ante la inminente reconquista española y el caos reinante (pues durante los cuatro años de vida independiente poco se había hecho por organizar el nuevo gobierno), su mandato fue débil, sin posibilidades de actuación; lo único importante fue que planteó a los españoles una fórmula de compromiso para preservar la República del desastre; por otra parte, ascendió al coronel Serviez a general, y le dio la misión de organizar un nuevo ejército con los restos de Tunja y Cachirí.
Finalmente, renunció a la presidencia en marzo de 1816; cedió el cargo a José Fernández Madrid. Viajó a Popayán, donde se entregó al jefe realista Francisco Warleta, quien lo encarceló y envió a Santafé, donde fue fusilado, colgado de la horca, su cabeza exhibida ante el pueblo y sus bienes confiscados.

TOMADO DE WWW.BIOGRAFIASYVIDAS.COM

Educación y bicentenario: ¿200 años de madurez y desarrollo?

ablar sobre educación implica hablar sobre muchas cosas: alumnos, profesores, recursos, aprendizajes, evaluaciones, comunidad, estado; entre otras. Tras cada uno de estos conceptos podemos desarrollar una mirada que tiene como línea de base algún sustento teórico, pero del cual también podemos dar cuenta desde un punto de vista práctico y concreto.



Los discursos y quienes hacen estos discursos en educación así lo demuestran. En cada actor que opina sobre educación podemos encontrar distintos sustentos que sostienen su mirada de las cosas. Lo que cuesta encontrar es una mirada que integre y que nos muestre una visión holística del fenómeno educativo. De eso poco hay, por decir lo menos.



Pareciese que como país carecemos de una estrategia que sea capaz de involucrar las distintas visiones que se ponen en juego al momento de querer lograr una educación nacional de calidad que sea efectiva en poner a las nuevas generaciones a la altura de los momentos históricos y sociales que vive la humanidad.



Nuestras apuestas sobre este tema han sido muchas pasando por leyes y nuevas leyes; invirtiendo, según algunos, notables cifras en infraestructura, capacitación docente, apertura de oportunidades en educación superior; o colocando procesos de evaluación a quienes realizamos la labor educativa; aplicando y volviendo a aplicar instrumentos que nos permitan mirar los resultados de nuestros educando; generando comisiones y más comisiones de expertos y otros no tan expertos que posibiliten desarrollar una política pública sobre el tema; pero raya para la suma nuestra percepción es que seguimos tal como antes: detenidos y estancados sin ser capaces de dar el salto cualitativo que nos permita vivir la educación que nos merecemos.



¿Qué nos falta entonces?



Quizás lo primero que nos hace falta es reconocer humildemente que cada uno de los actores involucrados en el proceso educativo no ha estado a la altura de las circunstancias. Al contrario, cuando se actúa con una lógica que impone verdades sobre otras verdades lo que se obtiene no es el convencimiento soberano de las ideas, sino que sólo se logra la victoria parcial, aquella que no convence y menos convoca.



En segundo lugar, ha faltado osadía. Osadía para que de una vez por todas, optemos como país por una educación nacional de calidad que signifique entender que si queremos dar un salto significativo, debemos colocar todas nuestras energías en este proceso, pues éste no es sólo un tema de recursos o de indicadores estandarizados. Al contrario, sólo tendremos una educación digna cuando nuestras ideas y nuestras acciones tengan como eje y como foco a quienes más necesitan de este vital proceso, las familias y los niños y niñas de esas familias que aspiran legítimamente a conseguir a través de los procesos de aprendizaje un mejoramiento sustancial en su calidad de vida y en sus oportunidades de desarrollo.



En una tercera línea de desarrollo, hace falta un Estado fuerte, capaz de generar los consensos necesarios para observar y diseñar una educación que es entendida como la principal inversión que podemos desarrollar en el capital humano que tenemos. Pero también un estado fuerte que con claridad regule y defina la ruta de navegación a seguir. No sirve, en tal sentido, un Estado que mira como precario espectador como la educación queda entregada a manos del mercado, un mercado que no regula y que menos tiene como sentido la solidaridad en sus acciones.



Finalmente hace falta una ciudadanía involucrada en los procesos educativos, que más que confiar en la cultura del consumo y el endeudamiento, confía y permite que los sueños de miles de niños y niñas tengan una oportunidad de desarrollo en un país que tiene todas las condiciones para permitirlo.



¿Seremos capaces a sólo dos años de nuestro bicentenario de dar rienda a este ideal? La respuesta esta en nuestras manos, en nuestras ideas y en la convicción de que podemos lograrlo.
sacado de:
http://www.giropais.cl/content/view/298931/Educacion-y-bicentenario-200-anos-de-madurez-y-desarrollo.html
el bicentenario de colombia, uno de los 5 de latinoamerica . es la celebracion que se llevo a cabo el 20 de julio de 2010, en el que se cumplen 200 años de historia para colombia pasando por antonio ñariño ,simos bolivar ,policarpa salabrrieta etc...
Es un año conmemorable que ocurrio en santafe de bogota el 20 de julio de 1810

Heroinas de la independencia

“Mujeres próceres: quienes se incorporaron dentro de la lucha de los ejércitos patriotas, a semejanza de una bandada de colibríes dentro de una bandada de cóndores” (02 de abril de 2009)
“Nuestras Madres, fecundas por la libertad, dieron a luz una generación sobrehumana llena de la llama del cielo o del calor sombrío de la tempestad. Quienes a ejemplo de las espartanas, al pie del cañón estaban dispuestas a lanzar la horda mortal sobre los ejército enemigos”.

“La mujer…. Nuestros antepasados la consideraban inferior al hombre y nosotros la consideramos igual… Unos y otros estamos grandemente equivocados, porque la mujer es muy superior… Dios la ha dotado de gran perspicacia y sensibilidad y ha puesto en su corazón fibras y delicadísimas, cuerdas muy sensibles a todo lo noble y elevado. El patriotismo, la admiración y el amor, hacen vibrar esas cuerdas, y de ahí resultan la caridad, la abnegación y el sacrificio”.

“Las mujeres primitivas de la amazonia eran demasiados feroces. Sentían desprecio al presenciar la quema de sus casas y haberes por parte de los conquistadores y aún aparentaban cierta afabilidad sin ningún sentimiento de pesadumbre”. “Entraban en la lucha y daban batalla encarnizada con gran ferocidad y valentía desbordad”.

“…sólo existía pues, una íntima minoría de hombres deseosos de aprovechar con propósitos revolucionarios el estado de anarquía de la madre patria. Sin las mujeres, América nunca hubiera alcanzado su libertad. Muchos de los círculos, clubes y conjuraciones que entonces se formaron en América del Sur, nacieron a impulsos de mujeres heroicas y apasionadas. Fueron ellas las primeras en llevar la sublevación a la calle, en lucir la banda revolucionaria, en cantar himnos patrióticos; más tarde siguieron a sus maridos a los campos de batalla, tan firmes a caballo como a pie, a veces con un niño al pecho, otras con pantalones de soldados: Como en las viejas estampas”.

EMIL LUDWING (Biografía de Bolívar)

“Con las mujeres próceres, tiene Colombia una deuda de eterna gratitud, para hablar de ellas, es preciso ponerse de pie y con un sagrado respeto, debe llegarse al Alta de la Patria, como abriendo en un homenaje de cordial pleitesía al retablo de los más importantes recuerdos”.

Homenaje del Municipio de Medellín

“Mujeres próceres de Colombia, que en reguero de sangre bañaron los campos del suelo colombiano y ofrendaron sus vidas y las de sus hijos por la libertad”. “Como heroína luchadora y como compañera de los próceres, fue la mujer: madre, esposa, hermana e hija. Ella fue la misionera de la civilización”.

“Pensamos en el río de sangre que costó nuestra libertad, pero no hemos valorados el mar de lágrimas y sufrimientos de las madres, las esposas, las hijas de los héroes conocidos o ignorados que ofrendaron sus generosas vidas en aras de nuestra libertad.“Porque si bien es cierto que la mujer fue excluida de la guerra, al menos como combatiente, en cambio fue victima de innumerables violencias, arrastrando las penalidades del trabajo que el hombre no podía ejecutar por estar ocupado en las luchas guerreras”.

“Las mujeres lucharon contra la tiranía y dejaron una hoja de servicios heroicos; ya con el casco guerrero y empuñando las armas en defensa de la patria oprimida; ya sirviendo de acicate para retemplar la energía y pujanza de nuestros bravos patriotas; en ocasiones suministrando su asistencia a los enfermos en el campo de batalla, curando heridos, mitigando la sed al soldado fatigado, acompañando a los cadáveres hasta su sepultura y entregando su vida en el patíbulo bajo el plomo del verdugo”.

“Muchas de las actuaciones heroicas de nuestros próceres fueron inspiradas o alentadas por su mujeres, y muchas de ellas intervinieron directamente en sus actividades bélicas o rindieron su vida en los patíbulos. Esposas de los próceres: Quien podrá valorar vuestro heroísmo y vuestros sacrificios al servicio de la patria?”

En las guerras de independencia, miles de mujeres sufrieron el martirio, fueron sacrificadas en aras de la libertad y la independencia de nuestra Patria, fusiladas, desterradas, confiscados sus bienes, asesinadas. Al sufrir el martirio de la persecución y la muerte se hicieron inmortales y acreedores a nuestro agradecimiento.

UNA HEROÍNA INCOGNITA, a sus hijos: “Ve a morir con los hombres, nosotras las mujeres marcharemos adelante: presentaremos nuestros pechos al cañón y que la metralla descargue sobre nosotras, y los hombres nos sigan y a quienes hemos salvado de la primera descarga, pasen sobre nuestros cadáveres, se apoderen de la artillería y liberen la patria”, 20 de Julio de 1810.

A continuación una relación preliminar de ellas:

GREGORIA POLICARPA SALVARRIETA RÍOS: Guaduas, 26 de enero de 1796. Virtuosa y digna heroína de la Independencia. “Joven, bonita, pobre, viva e inteligente”. Marchó desde la capilla del Colegio del Rosario hasta el suplicio, cuyo cadalso estaba levantando en la Plaza Mayor. Vestía de camisón y mantilla azul, En forma arrogante dijo:

“Pueblo indolente: cuan diversa sería vuestra suerte si conocieseis el precio de la libertad. Ved que aunque mujer y joven me sobra valor para sufrir la muerte y mil muertes mas. No olvidéis este ejemplo. Pueblo miserable, yo os compadezco, algún día tendréis más dignidad”. Un oficial al pie del banquillo le ofreció un vaso de vino. “No lo tomo”, dijo, “Menos de un tirano”.

Fusilada el 14 de noviembre de 1817, a las 10 de la mañana, en compañía de su novio el capitán Alejo Sabarain. Seis balas atravesaron su hermoso cuerpo y nueve vidas más fueron segadas ese mismo día en su compañía. Fue sepultada a petición de sus dos hermanos sacerdotes, José Ignacio y José María bajo en el altar mayor de la Iglesia de San Agustín.

JUSTA ESTEPA: fusilada el 16 de enero de 1817.

ANSELMA LEYTON: de Lérida. Fusilada el 17 de enero de 1817.

CACICA GAITANA: el español Pedro de Añasco hizo inmolar quemando vivo al hijo de la Gaitana delante de la madre. La Gaitana destrozada por el dolor y la ferocidad de Añasco, reunió más de seis mil indígenas e hizo prisionero a Añazco tratándolo con gran crueldad e insensibilidad.

ZULIA: Bella, valerosa cacica de sangre real y altiva. Luchó contra los españoles con valor y heroísmo. Francisco de Paula Santander, su biznieto fue uno de los grandes forjadores de la Patria.

FRESIA: Princesa india, con sus huestes indígenas enfrentó con ferocidad desbordante los aguerridos soldados españoles.

Indígenas anónimas que se sacrificaron al arrojarse sobre agudas estancas para eludir la servidumbre de los conquistadores y otras, que se lanzaron desde altas rocas de Muzo, para morir antes de ser esclavas del déspota. Nos dejaron la enseñanza del heroísmo.

TERESA OLAYA: defendió la causa de los Comuneros, organizó un ejército y marcho frente al él en Neiva.

MATILDE GUEVARA: Niña de trece años, horrorosamente azotada por decir que era patriota, por haber nacido en América fue desterrada.

RAMONA ALVARÁN: natural de Cúcuta, fusilada el 13 de febrero de 1813.

ROSAURA VELEZ DE PEÑA: de Tumaco, fusilada en enero de 1814.

MANUELA BELTRÁN: “Misionera del movimiento de los comuneros de 1871” “Heraldo femenino de la Libertad”. Nacida en el Socorro. En la plenitud de una sana y cuajada lozanía, fue la primera mujer en la tierra colombiana que se atrevió a romper el símbolo de la dominación española en América. Alta y esbelta, su larga trenza negra le caía desde los hombros sobre el pecho. La boca de labios gruesos y sensuales, lucía un rancio gesto de altivez. Blanca la tez de suave tinte aperlado con el contacto del sol y el viento del templado clima socorrano.

PRESENTACIÒN BUENAHORA: natural de Pore, fusilada el 28 de Junio de 1816.

SIMONA DUQUE DE ALZATE: de Marinilla, entregó cinco de sus hijos a la Patria. Rechazó una pensión de $16 anuales para que no faltara esa suma a la República.

JUANA RAMÌREZ: fusilada en marzo de 1816.

MAGDALENA ORTEGA DE NARIÑO: robados sus bienes por los españoles, murió en la miseria.

ROSA ZÁRATE DE PEÑA: fusilada y decapitada el 17 de julio de 1813 en Tumaco.

AGUSTINA FERRO: fusilada el 20 de mayo de 1820.

DOLORES TORRALBA, RAFAELA RANGEL: fusiladas por suministrar agua a los heridos.

BIBIANA TALERO: de Zipaquirà, fusilada el 21 de noviembre de 1817, en Chocontá.

EULALIA BUROZ DE CAMBERLAINE: despedazada a sablazos el 7 de abril de 1814.

CARLOTA ARMERO: fusilada el 28 de mayo de 1816.

MANUELA SAENZ DE SANTAMARÍA: dama aristocrática. Murió en la miseria por amor a la libertad.

MARÍA DEL CARMEN Y BALBINA ULLOA: Fusiladas el 13 de abril de 1814.

DOMITILA SARASTI: fusilada el 11 de diciembre de 1812.

TERESA IZQUIERDO: fusilada el 24 de julio de 1819.

MANUELA Y JUANA ESCOBAR: lanceadas vilmente el 10 de julio de 1819.

FAUSTA GARCÌA: Ofrendó sus hijos a la patria.

MARIA ANTONIA SANTOS PLATA: fusilada el 28 de junio de 1819. Heroína de gran ascendencia política y social de la provincia del Socorro. Nació en Pichote, Santander, el 11 de abril de 1782. Apotegma patriótico profético que pronunció en el patíbulo: “Antes de terminar este año, el suelo granadino estará libre de los que lo tiranizan vilipendiando la virtud y el mérito”.

JOAQUINA AROCA: fusilada en Purificación el 5 de septiembre de 1816.

MARÍA DEL ROSARIO DEVIA: de Natagaima, fusilada el 16 de septiembre de 1817.

CANDELARIA FORERO: de Machetá, fusilada el 26 de noviembre de 1817.

AGUSTINA MEJÍA: de Charalá, fusilada el 8 de septiembre de 1816.

DOLORES SALAS: de Neiva, fusilada el 14 de Septiembre de 1817. Salió en medio de los demás presos, sus compañeros. Iba en comisión de zaraza azul, mantilla de paño azul y sombrero cubano”.

LUISA TRILLERAS: de Natagaima, fusilada el 18 de septiembre de 1817.

DOMINGA BURBANO: de Pasto, fusilada el 13 de diciembre de 1812.

MARTHA TELLO: de Neiva, fusilada el 12 de noviembre de 1817.

REMIGIA CUESTAS: de Tiribitó, fusilada en 2 de diciembre de 1817.

SALOMÉ BUITRAGO: fusilada el 3 de diciembre de 1817.

EVANGELINA DÍAZ: fusilada a los 22 años, el 19 de agosto de 1818.

ANTONIA MORENO: de Neiva, fusilada el 19 de septiembre de 1817.

MERCEDES LOAIZA: de Villavieja, Huila, fusilada el 16 de septiembre de 1817.

INÉS OSUNA: de Bogotá, confinada y sacrificada el 6 de septiembre de 1817.

IGNACIA MEDINA: de Garagoa, fusilada el 9 de diciembre de 1817.

MANUELA USCÁTEGUI: fusilada el 20 de diciembre de 1818.

ROSAURA RIVERA: fusilada en Neiva el 26 de noviembre de 1816.
sacado de:
http://www.ejercito.mil.co/?idcategoria=218697

¿Será que el grito de independencia del 20 de julio fue algo improvisado?

El Escudo de armas de la República de Colombia consta de tres franjas o cuarteles horizontales. El Cóndor simboliza la libertad, está representado de frente, con las alas extendidas y mirando hacia la derecha; de su pico pende una corona de laureles de color verde y una cinta ondeante; asida al escudo y entrelazada en la corona aparecen, sobre oro y en letras negras, las palabras Libertad y Orden.


El origen de nuestro actual pabellón se sitúa en 1806, concretamente el 12 de marzo, cuando el Precursor Francisco Miranda ondeó por primera vez el tricolor amarillo, azul y rojo a bordo de su velero, Leandro, durante su fracasada invasión a Coro (población de Venezuela). Esta bandera fue la misma que Miranda junto con Lino de Clemente y José Sata y Bussy, presentaron al Congreso de Venezuela de 1811 para que se adoptara como insignia nacional



sacado de www.todacolombia.com

Bicentenario de la Independencia, 1810 - 2010

Bicentenario de la Independencia, 1810 - 2010
En la conmemoración de los doscientos años de proclamada la independencia en la nación colombiana, el Centro de Estudios Históricos del Ejército, da realce desde este sitio, al hecho mediante el cual se forjó nuestra república. Desde diferentes ángulos de análisis, se abordarán los momentos vividos en relación al suceso ocurrido aquel viernes, 20 de julio de 1810, día de mercado en la Plaza Mayor de Santafé de Bogotá.

Si bien, el Ejército Nacional guarda raíces en las formaciones guerreras indígenas prehispánicas "Guechas", se nutrió del influjo europeo, en especial de las reformas militares del Gran Capitán Gonzálo Fernández de Córdova en el siglo XVI, traidas con la Colonia, y tuvo un instante de inspiración con el Movimiento Comunero de 1781, es a raiz del Grito de Independencia, cuando germina como Fuerza constitucional en defensa del orden nacional recién instaurado.
SACADO DE:
http://www.ejercito.mil.co/?idcategoria=218693

Los Símbolos de Colombia

Un video con todo lo que nos representa y por lo que debemos estar orgullosos.

Bicentenario de la Independencia de Colombia - homenaje

Este es un pequeño homenaje a nuestros heroes.

Disfruten esta recopilacion de imagenes

Himno Bicentenario de Colombia

Lo deben haber visto en History Channell y en City TV

biogarfia de Josef De Acosta pesonaje influyente en el bicentenario. primera parte

DON JOSEF DE ACOSTA

Empezaba el año de 1761 cuando arribaban á las costas del Nuevo Reino de Granada dos jóvenes, parientes entre sí, los cuales habían salido de la Madre Patria en busca de una fortuna que su familia no les ofrecía. Llegaron á Cartagena llevando cartas de recomendación para algunos comerciantes peninsulares del entonces emporio mercantil de las Indias. Sabido es que en aquella época tenía lugar una anomalía muy curiosa entre los españoles de ambos Continentes, á saber: que el trabajo ó la carrera comercial, que en España se consideraba como impropia para un caballero,- el cual debería más bien morir de hambre que plegarse á un trabajo que le podía dar la subsistencia,-esa misma carrera y aun otras menos honrosas no eran consideradas derogatorias ó impropias para un caballero que iba á las Colonias de América. Por ese motivo muchos jóvenes condenados á la miseria en la Madre Patria, al trasladarse á las Colonias prosperaban y acababan por radicarse en un país en donde se abría para ellos un porvenir más halagüeño que en España.

Uno de los jóvenes de que venimos hablando se llamaba Josef de Acosta; era natural de Denia-en el antiguo Reino de Valencia, -pero se había educado en Cádiz. El otro -- Josef de Cabrera-era primo de Acosta, y su descendencia existe en Bogotá.

Estaba por entonces el Virreinato conmovido con lo que acababa de ocurrir en Santafé cíe Bogotá. El Virrey D. José Solís Folch de Cardona-Grande de España, joven, rico y galán, había abandonado repentinamente las pompas mundanales y las vanidades y aspiraciones de la vida, los honores y títulos con que se enorgullecía, para vestir el hábito de Recoleto franciscano. Dejó el mando del Virreinato al bailío D. Pedro Mesía de la Cerda; se retiró al pobre Convento de San Diego el 28 de Febrero de 1761. Allí permaneció hasta su muerte - 1770 - pero no antes de haber donado todos los bienes que poseía en América (30,000 duros) al Hospital de San Juan de Dios de Bogotá, para que se construyese un asilo especial para mujeres desvalidas y enfermas.

Gobernaba entonces la Provincia de Cartagena D. José de Sobremonte, Marqués del mismo nombre, y en lo eclesiástico el doctor D. Manuel Sosa Betancourt, Arcediano de la Catedral de Caracas.

En tanto que Cabrera iba á Santafé, en donde se estableció, el joven Acosta emprendió negocios mercantiles con los ricos comerciantes españoles que llevaban el mismo apellido del primer patriota venezolano, el General Francisco Miranda, pero no he podido descubrir si eran parientes del héroe venezolano.

En breves años Acosta logró reunir una mediana fortuna, con la cual se estableció en Honda, ciudad que al fin del siglo XVIII era muy importante, hasta que un terremoto al principio del actual y en seguida la partida de los españoles que la poblaban en la época de la Independencia, la arruinaron totalmente, y jamás ha vuelto á recuperar su antiguo esplendor. En Honda Acosta fundó una casa de comercio que se ramificaba con Cartagena, Popayán, Pasto, Quito y Guayaquil. Allí se casó con D.a Soledad Bonilla, pero en breve enviudó y contrajo segundas nupcias (en 1785) con la hija menor del dueño de todo el valle de Guaduas, D. Buenaventura Pérez. Era este hombre acaudalado, y aunque criollo, se preciaba de haber conservado la limpieza de su linaje á través de los siglos coloniales.

Y ahora que viene al caso diré que en Europa hay personas que confunden á los criollos con los mestizos; estos últimos son los hijos de indígena y blanco de raza caucasa, es decir, de raza cruzada, mientras que los primeros son siempre cíe origen español puro, sin mezcla de indio ó de negro; eran los descendientes de los conquistadores y primeros pobladores europeos de América que habían conservado su raza intacta durante varias generaciones. En las altiplanicies, es decir, en el antiguo Reino de los Chibchas, la raza blanca se conservó pura entre las familias importantes del país; los españoles no se casaban con las indígenas; mandaban por sus consortes ó iban á buscarlas á España, cuando no encontraban á su gusto las hermanas ó las hijas de sus compañeros de armas, y se tenía á desdoro contraer alianza con mujeres indígenas. Debió de contribuir esta repugnancia á las aborígenes la poca hermosura cíe las mujeres de raza chibcha, puesto que este fenómeno no ha tenido lugar en otras Provincias y Colonias americanas, en donde el linaje europeo se ha cruzado frecuentemente con el de los indios, aun entre las clases elevadas de la sociedad.

Sin embargo, la democracia que ha venido cundiendo en los últimos ochenta años, desde nuestra separación de la Madre Patria, ha producido lentamente sus efectos; y si en otro tiempo las familias que se consideraban hidalgas en Santafé, en Tunja y otras ciudades del interior de la República de Colombia, eran todas de raza blanca sin aleación, hoy ya empieza á notarse la mezcla en todas las capas sociales. Felizmente la raza caucasa es tan absorbente que pronto quedará eliminada la sangre indígena, y reinará nuevamente el carácter completamente andaluz y castellano de los primeros pobladores españoles. Entre las viejas familias de Santafé se conserva el legítimo salero andaluz, las fisonomías delicadas de las mujeres, el lenguaje y las costumbres netamente peninsulares que fueron herencia que nos legaron las matronas de la época colonial.

La segunda esposa de D. José de Acosta se llamaba también Soledad. Se casó muy joven con marido mucho mayor que ella, pero la educación que la habían dado cuadró perfectamente con la edad madura de su consorte. Era mujer de rígidas costumbres, de aspecto grave aunque de hermosa fisonomía; ostentaba brocados, tabíes de seda y terciopelos y se engalanaba con costosas joyas en las grandes festividades, pero el resto del año vestía con suma sencillez; gobernaba su casa y numerosa servidumbre de esclavos con vara de hierro, pero era siempre justa, caritativa y generosa; protegía especial mente las iglesias pobres y las obras pías; á pesar de su estricta economía y el orden que reinaba en su casa gastaba con esplendor cuando lo creía preciso; en su hogar era respetada y temida, y todos la obedecían á ojo cerrado, sin que nadie se atreviese a discutir sus mandatos.

Doña Soledad tenía otra hermana mayor, doña Gabriela, que había convertido las piezas que le señalaron en casa de D. José de Acosta-con quien vivió desde que murieron sus padres-en una especie de convento del cual jamás salía. Además, conservaba tres hermanos varones, á saber: D. Manuel, que era alegre, buscarruidos y dadivoso, el cual murió joven sin dejar descendencia; D. Lorenzo, que era todo lo contrario y sólo se ocupaba en atesorar dinero y tampoco se casó; y por último, el doctor Andrés Pérez, sacerdote de talento, instruido y de gran carácter, el cual se convirtió en padre y tutor de los hijos de doña Soledad, cuando ésta quedó viuda.

D. José se estableció definitivamente en Guaduas, en donde nacieron todos sus hijos. Labró casa de teja espaciosa, de dos pisos, é hizo prosperar sus propiedades agrícolas, pues en breve todos los adyacentes valles al de Guaduas le pertenecieron por haberles comprado sus partes á los hermanos de su mujer.

No se debe estudiar el carácter de la persona que deseamos hacer conocer solamente en su persona, pues cada cual lleva en sí las señales de sus antepasados y hereda de ellos cuanto tiene de bueno ó de malo. Por ese motivo he querido en lo posible indagar lo que fueron los antepasados inmediatos del General Acosta, de manera que veremos después que el carácter de ellos influyó considerablemente en la familia. Desgraciadamente cuando murió D. José de Acosta sus hijos estaban niños y no recordaban su fisonomía, ni he podido averiguar de su carácter sino lo que se sabe de sus hechos. No así con doña Soledad Pérez, la cual, aunque murió muchos años antes de que yo naciera, me ha dado, sin embargo, noticias de ella una tía que vivió más de 97 años, y sin embargo hasta una edad avanzadísima conservó de manera sorprendente la frescura de su ánimo y la vivacidad de los recuerdos.

El chapetón D. José de Acosta debió de ser generoso y amante de la instrucción, pues regaló amplio solar para que se fundase una escuela pública, y de su propio peculio pagaba 25 duros mensuales al maestro de escuela de la villa de Guaduas, lo cual para ese tiempo se consideraba estipendio sumamente alto. Además, regaló el terreno en el cual se construyó la iglesia, la alcaldía, etc. etc.

Relacionado con todos los Virreyes que se sucedieron en el Gobierno, desde el Arzobispo-Virrey D. Antonio Caballero y Góngora, D. Francisco Gil y Lemos, D. José de Ezpeleta hasta, D. Pedro Mendinueta, tenía gusto especial en alojarlos en su casa, así como á todos los Oidores que pasaban por allí para ir á la capital ó regresar de ésta á España. No bien tenía noticia de que se acercaba á Guaduas alguno de estos personajes, cuando ponía en movimiento á sus esclavos y á los que vivían sobre sus tierras, y en breve tenía las despensas llenas de las sabrosas legumbres de las altiplanicies, así como de exquisitas frutas de tierra caliente y pescados del río Magdalena.

Durante su primera infancia los seis hijos del Corregidor vitalicio de Guaduas habían aprendido las primeras nociones de los conocimientos humanos con los humildes frailes del convento franciscano vecino; pero cuando su hijo mayor cumplió ocho años, resolvió enviar á su mujer á Santafé, en donde los niños deberían recibir toda la instrucción que él deseaba que tuviesen.

Entre paréntesis diré que esta manera de pensar del honrado comerciante español es una prueba de que los peninsulares de aquel tiempo eran más amantes de la instrucción y del estudio que lo que generalmente se ha pensado. Más adelante tendremos ocasión cíe hablar más largo sobre el asunto.

Hacía tres años que se había radicado doña Soledad en Santafé, cuando en Octubre de 1803 recibió la noticia de que su marido quedaba gravemente enfermo en Guaduas. Inmediatamente mandó llamar á su hermano sacerdote, que entonces era cura de Usme (1), le suplicó que acompañase á sus hijos durante su ausencia, y al momento se puso en camino precipitadamente en unión de otro de sus hermanos para ir á cuidar á su doliente esposo.

La buena señora viajó noche y día y no paró sino al llegar al alto del Raizal, desde el cual se veía el valle de Guaduas y la población á vista de pájaro. Ya para entonces estaba oscuro enteran ente y vio atravesar por la plaza de la villa, una larga hilera de luces.

- ¡Dios santo! exclamó la acongojada dama. ¡Ha muerto Acosta!

- ¿ Por qué lo dices? preguntó su hermano Lorenzo.

- -¿No ves, repuso ella rompiendo á llorar, que aquellas luces son los cirios de los que acompañan el cuerpo?

- -¿Qué quieres decir? No te comprendo......

- Quiero decir que Acosta ha muerto, y que sabiendo que yo debería llegar esta noche llevan á depositar el cadáver en el convento para evitarme la pena de verle muerto.

Dijo y sollozando continuó camino hasta llegar á Guaduas.

Allí salieron á recibirla los buenos frailes del convento y los amigos de la familia; pero no fue preciso darle la noticia, ella había adivinado exactamente lo sucedido. Encontróse, pues, viuda y á la cabeza de una larga familia de chiquillos. El hijo mayor era Domingo, quien había nacido en 1792, después había dos niñas, Josefa y Mariquita; seguía un niño, Manuel, un año mayor que Ana María, que había nacido en 1798 y vivió hasta 1896. El menor de todos se llamaba Tomás Joaquín, el cual vino al mundo el 29 de Diciembre de 1800.

A pesar de que D. José de Acosta dejó bien saneados caudales, sus negocios eran de aquellos que el que no los comprende puede fácilmente perder una parte de ellos, pues sus dineros yacían regados en manos de sus corresponsales, desde Cádiz hasta Quito. Con el objeto de poner orden en todo aquello, doña Soledad tuvo que emplear particularmente á un dependiente de su marido, quien la sirvió asiduamente, y por Último se hizo tan necesario para la dicha y bienandanza de la viuda que al fin ésta resolvió casarse con él. Llamábase el joven D. Manuel Samper (2), y era vástago de una respetable familia de Honda. Sin embargo, los jóvenes hijos cíe dolía Soledad veían la proyectada alianza de su madre con tan mala voluntad, que una vez que tuvo efecto la ocasionó en el resto de su vida muchos sinsabores y amarguras, en lugar de los consuelos que esperaba cosechar de aquella desacertada conexión entre una china ya entrada en edad y un joven casi imberbe.

Entretanto la viuda se manifestaba cada día más severa, y se entregaba tan completamente á prácticas religiosas, que éstas la embargaban toda la parte de su existencia que no dedicaba á sus deberes de madre de familia. Abandonada la gerencia de sus haciendas en manos subalternas, cuando Domingo llegó á su mayor edad encontró muy deteriorada la fortuna legada por D. José de Acosta. El joven, empero, no se preocupó mucho con esto; desde niño había manifestado una afición entusiasta por la lectura, y el amor al estudio embargaba su vida día y noche. Se había educado en el Colegio del Rosario, pero pasaba todas sus vacaciones en casa de su tío el doctor Andrés Pérez, el cual, amantísimo también de la lectura, poseía una cuantiosa biblioteca. En ésta se encerraban tío y sobrino v dejaban que corriese la vicia sin ocuparse de los bienes materiales de la existencia.

Una vez que se hizo hombre Domingo se procuró las obras de Rousseau, de Voltaire y demás enciclopedistas, de los cuales hacía largos extractos, y con otros jóvenes de su edad nutrían su espíritu con una alimentación inadecuada. Lo peor de aquello fue que como el Gobierno español había prohibido toda introducción de libros en sus Colonias, salvo la de místicos españoles, la juventud se veía privada de lecturas de su gusto y pedía ocultamente obras á Francia y á los Estados Unidos. Naturalmente por lo mismo que tantos libros eran prohibidos, casi todos los que se introducían clandestinamente eran los más perniciosos, y éstos eran devorados y mal digeridos por la juventud hispano - americana. En aquella época en que se compraban los libros europeos á precio cíe oro, el amor a la lectura era tan grande que existían en Santafé extensas bibliotecas muy nutridas, en donde se hallaban las obras más bellas de las literaturas francesa, castellana y aun inglesa. Todavía se sorprende uno cuando lee los catálogos de librerías como la que poseía D. Antonio Nariño, por ejemplo, y de otros personajes de aquel tiempo. Entretanto hoy, cuando hay tantas facilidades para el estudio, la juventud por lo general-no hablo de honrosas excepciones - no ama sino lecturas frívolas cuando no inmorales, ó libros irreligiosos que son malos principalmente porque la poca instrucción verdadera de los que se deleitan leyéndolos no les permite encontrar los errores garrafales que encierran.

Pero tampoco debemos ser injustos: si es cierto que no solamente en Colombia sino en todos los países del mundo se levantan nubes de seudo-literatos que pretenden dar la ley, no podemos negar que entre nosotros sí hay deseo ardiente de instruirse, de saber, de indagar los secretos de la naturaleza; pero los que así lo desean no pueden dedicarse á las ciencias porque nuestra pobreza es grande y los jóvenes tienen que trabajar para vivir y no les queda tiempo para dedicarse á estudios serios.

sacado de:

http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/bio/bio2.htm

martes, 10 de agosto de 2010

¿Cómo se financió la campaña libertadora?

El Florero de Llorente

¿Y el florero del museo fue el mismo por el que se armó la furrusca del ...

Nuestros Proceres

Antonia Santos
Francisco Jose de Caldas "EL SABIO CALDAS"


Antonio Ricaurte


Camilo Torres



Antonio Nariño




Policarpa Salavarrieta "LA POLA"








Francisco de Paula Santander "EL HOMBRE DE LAS LEYES"




Simon Bolivar " EL LIBERTADOR"






Mapa de La Gran Colombia


Este es el mapa de La Gran Colombia

¿Quién gobernó durante el Grito de Independencia y la Batalla de Boyacá?

¿El puente de Boyacá actual es el mismo que existió en la batalla del 7 de agosto de 1819?

Campaña del Bicentenario de el Grito de Independencia de la Republica de Colombia


Si hoy se usan toallas higiénicas, ¿qué usaban hace 200 años?

¿Qué hizo la Pola para aparecer en un billete?

Himno Nacional de Colombia

Nuestro preciado Himno Nacional

¿En la Independencia usaban anestesia para dormir a los que operaban?

¿Cómo hacía la gente para comunicarse hace 200 años?

¿Qué jugaban los adultos en la época de la Independencia?

¿Cómo eran los matrimonios en la Colonia?

jose celestino mutis

(José Celestino Bruno Mutis y Bosio; Cádiz, 1732 - Santafé de Bogotá, 1808) Médico y botánico español que figura entre los más destacados iniciadores del conocimiento científico en el Nuevo Mundo.

José Celestino Mutis estudió medicina y cirugía en el Colegio de Cirugía de su ciudad natal, que fue un centro de renovación médica a la vanguardia de la ciencia aplicada en España. Sin embargo, como dicha institución no estaba autorizada a otorgar el grado de bachiller en Artes y Filosofía, Mutis tuvo que terminar su carrera en la Universidad de Sevilla. Una vez concluidos sus estudios, se vinculó, durante cuatro años, al Hospital de Cádiz.


José Celestino Mutis

Se interesó entonces por la astronomía y la botánica, disciplinas en las que tuvo por maestros a Jorge Juan de Santacilia para la primera y a Domingo Castillejo y Miguel Barnades para la segunda. En realidad, en su período de formación, Mutis tuvo excelentes preceptores: Jorge Juan fue, junto con Antonio de Ulloa, el gran pionero del redescubrimiento científico de América, y Barnades fue el protagonista del renacimiento de la ciencia botánica en la Península. Cuando Mutis recibió el título de médico del Real Proto-Medicato de Madrid, contó con la tutela de Andrés Piquer, la mayor eminencia de la medicina española de la época.

Mutis se desempeñó como suplente de la cátedra de anatomía del Hospital General de Madrid y perfeccionó sus conocimientos botánicos en el Jardín del Soto de Migas Calientes. En 1760 rechazó una beca de especialización en París y partió para América como médico particular del recién nombrado virrey Pedro Messía de la Cerda, pues entendió que en el Nuevo Continente podría consagrarse como científico, dedicándose especialmente al conocimiento de las quinas. Deseaba desentrañar algunas de sus incógnitas, establecer sus reales propiedades curativas, sus limitaciones terapéuticas y sus potencialidades económicas. En los primeros años de su vida en Santafé, abrigaba la idea de viajar a Loja, en la provincia de Quito, para cumplir con tales investigaciones.

José Celestino Mutis partió de España rumbo a América el 7 de septiembre de 1760, y llegó a Santafé el 24 de febrero de 1761. El impacto del trópico fue grande, pues a cada paso se encontraba con una novedad botánica o zoológica. También le sorprendió el ambiente cultural y social: la educación superior era una copia de las instituciones educativas metropolitanas, especialmente de la contrarreformada Universidad de Salamanca, y se hallaba encomendada a las distintas órdenes religiosas (Santo Tomás a los dominicos, Javeriana a los jesuitas, Agustiniana de San Nicolás de Bari a los agustinos) o al clero secular (Nuestra Señora del Rosario). La pedagogía que se infundía en las escuelas y seminarios era heredera del Concilio de Trento de 1530 y estaba centrada en el aristotelismo y la escolástica tardía, sin ninguna explicación científica de la realidad.

Desde que Mutis desembarcó en Cartagena se preocupó por adelantar observaciones astronómicas, recolectar plantas con las que fue formando un herbario, comprobar gran parte de lo consignado en obras escritas sobre América y estudiar la quina. Al año y 17 días de su llegada a Santafé, sentó las bases de la revolución científica e ideológica en el Virreinato de la Nueva Granada cuando, en el discurso inaugural de la cátedra de matemáticas del Colegio Mayor del Rosario, expuso los principios elementales del sistema de Copérnico: fue la presentación de una nueva metodología, la del eclecticismo, y de una novedosa actitud ante el mundo y la vida, que significaba el abandono del fanatismo y la credulidad, para entrar en los terrenos de la física de Newton.

En ese empeño por modernizar las estructuras mentales de los criollos neogranadinos, Mutis se enfrentó con los sectores tradicionales de aquella sociedad estamental, y en especial con los dominicos. Así, en 1773, se declaró copernicano ante el virrey Manuel Guirior, en 1774 se le siguió causa, que fue archivada, y en 1801, tuvo que volver a defenderse, todo un escándalo para la hipócrita y pacata sociedad de la época.

Una de las consecuencias de la exposición de la teoría heliocéntrica de Copérnico fue que, después de la expulsión de los jesuitas en 1767, la Corona tuvo que llenar de alguna manera el vacío cultural e ideológico que dejaron los padres de la Compañía de Jesús. En ese contexto el fiscal y doctor Francisco Antonio Moreno elaboró un Plan de Estudios en el que se creaba una universidad pública y unos estudios generales; la base ideológica para tales planteamientos fue el discurso inaugural de Mutis en la capilla de La Bordadita.

sacado de biografias y vidas.com


En 1763, Mutis envió al rey de España una representación, escrita desde Cartagena, en la que planteó escribir la Historia Natural de América. No obtuvo respuesta y volvió a redactar, al año siguiente, otra carta, con el mismo resultado. Decidió entonces ir adelantando por su cuenta ese trabajo, para el cual necesitaba fondos. Aunque era el médico preferido de los habitantes de Santafé y percibía buenas entradas económicas, prefirió incursionar en arriesgadas empresas comerciales y mineras. Entre 1766 y 1770 permaneció en las minas de La Montuosa, en las cercanías de Pamplona, y entre 1778 y 1782 estuvo en las del Sapo, en las proximidades de Ibagué. En ambos intentos fracasó económicamente, aunque introdujo, junto con su socio Juan José D'Elhuyar, el método de amalgamación para la extracción de la plata.

En lo que no fracasó, aunque tuvo que afrontar serias disputas, fue en el descubrimiento de la quina en el territorio de la actual Colombia. El interés de Mutis lo llevó a recorrer constantemente los alrededores de Santafé y la búsqueda dio resultados cuando en 1772 encontró el vermífugo en compañía de don Pedro Ugarte, en el monte de Tena. En 1774 el médico panameño Sebastián López Ruiz obtuvo una comisión real para hacer indagaciones sobre la existencia de la quina en Tena, Guayabal y La Mesa, con lo que entró en polémica con el sabio.

Al cabo de dos años, López Ruiz demostró que efectivamente había quina en los alrededores de Santafé. Luego de algunos análisis en España, fue confirmado como director de los acopios de quina en el virreinato y en 1778 el rey le otorgó un sueldo anual de dos mil pesos. Comenzó entonces un largo pleito entre ambos personajes, al final del cual Mutis salió victorioso, pero muy desgastado, y de todas maneras los resultados no fueron lo que la Corona esperaba.

Mientras llevaba a cabo sus aventuras comerciales y sus disputas con López Ruiz, el sabio Mutis continuó con sus trabajos de investigación en botánica, especialmente en el campo de las plantas útiles, que era aquello que más interesaba a la Corona. Además, mantuvo una nutrida comunicación con científicos europeos, como Carlos Linneo, Carlos Alstroemer y Antonio José Cavanilles. Fue designado académico de Upsala y algunas de sus reseñas científicas fueron publicadas en revistas suecas.

En 1777 envió una colección de plantas disecadas al Jardín Botánico de Madrid y otra a Linneo. Formó una voluminosa biblioteca, entre seis y ocho mil volúmenes, especialmente de botánica (unos tres mil ejemplares), que el sabio alemán Alexander von Humboldt juzgó comparable a la de míster Banks, presidente de la Real Sociedad de Londres.

La Real Expedición Botánica

En 1776, España creó la primera Real Expedición Botánica, en el Perú; en ello tuvieron mucho que ver los conceptos que el famoso marino español Antonio de Ulloa lanzó en su libro Noticias americanas (1772) acerca de la conveniencia económica, científica y cultural para la metrópoli de conocer en profundidad el continente americano. En 1783 el arzobispo-virrey Antonio Caballero y Góngora creó la Real Expedición Botánica del Virreinato del Nuevo Reino de Granada y nombró a Mutis como su director, con una asignación anual de dos mil pesos.

Durante los seis meses que van de abril a septiembre, la expedición funcionó provisionalmente y tuvo su sede en La Mesa de Juan Díaz; el equipo humano inicial fue reducido: el sabio, como director, Eloy Valenzuela, como segundo, y Antonio García, como dibujante. Luego se incorporaron, como herbolarios, el indígena Luis Esteban y el campesino Roque Gutiérrez.

El 23 de noviembre de 1783, la expedición fue confirmada por real cédula y se trasladó a Mariquita. Esta población resultaba bastante propicia para adelantar las labores de inventario de la expedición: se asentaba entre dos cordilleras, su comunicación con Santafé no era difícil y era paso obligado en la vía que enlazaba la capital con el principalísimo puerto de Honda, hecho que favorecía las labores comerciales, además de situarse también cerca de un centro minero de relativa importancia, donde era factible ensayar las diversas técnicas de minería.

La Real Expedición permaneció ocho años en Mariquita, hasta que el virrey José de Ezpeleta decidió que para su mayor control debía ser reubicada en Santafé, con lo cual el ambiente cultural de la capital virreinal se vio fortalecido. Se formó así la Casa Botánica, que funcionó hasta 1816, cuando las tropas de la reconquista española la cerraron definitivamente, remitiendo su patrimonio científico a España.

En Mariquita la expedición se reorganizó poco a poco. Se crearon cargos con funciones muy definidas: los comisionados, personal de confianza de Mutis y del virrey, emprendían largas excursiones a diversas partes del virreinato, para reconocer y recolectar minerales o plantas diferentes a las ya conocidas, pero también para acumular datos y observaciones científicas; se destacaron fray Diego de García, Pedro Fermín de Vargas, Bruno Landete, el geógrafo José Camblor y Francisco José de Caldas.

Los botánicos debían recoger muestras exclusivamente botánicas y eran acompañados de uno o varios herbolarios que ejercían funciones auxiliares. Los pintores se encargaban de copiar las plantas recolectadas sin omitir el más mínimo detalle y con la mayor perfección posible. A partir de 1791, existieron agregados científicos como Francisco Antonio Zea, Juan Bautista Aguilar, José y Sinforoso Mutis, y de igual forma se creó el cargo de oficial de pluma, que ejerció José María Carbonel. Así, de los tres puestos creados inicialmente, la Real Expedición llegó a contar en 1808 (año de la muerte de José Celestino Mutis) con un total de 35 personas.

Tradicionalmente se ha insistido en que la coyuntura para que el arzobispo-virrey se decidiera a formar la Expedición Botánica en el virreinato fue la solicitud de unos científicos alemanes para recorrer los territorios de la actual Colombia. Como parte de las labores asignadas, Mutis debía enriquecer las colecciones botánicas del Gabinete de Historia Natural y del Jardín Botánico de la Corte mediante permanentes remisiones de semillas y raíces vivas de las plantas y árboles más útiles, sin omitir observaciones geográficas y astronómicas y la redacción de La flora de Bogotá.

Todo ello es cierto, como también lo es que en la iniciativa de la expedición jugó un papel determinante la Revolución de los Comuneros de 1781 y que los comisionados debían informar y evaluar social, política y económicamente los distintos pueblos y provincias del virreinato, con el fin de que la Corona pudiera tener una idea de las distintas situaciones y poder aplicar correctivos.

El aspecto más importante de la Expedición Botánica fue su contribución a la conformación y consolidación de una clase culta criolla, toda vez que muchos de sus miembros fueron próceres de la Independencia y que en torno de la expedición giraron las grandes figuras de la política de la Primera República.

Los resultados científicos y económicos son más relativos, pues, si bien se coleccionaron 5.393 láminas magistralmente realizadas, compuestas por 2.945 estampas en color y 2.448 dibujadas a pluma, que representan 2.696 especies y 26 variedades, muchas de ellas no tienen la descripción correspondiente, no hay clave alguna de tal iconografía y no se conoce una correspondencia entre las láminas y el herbario. Su aporte a la taxonomía nacional actual es prácticamente nulo, ya que sólo ocho géneros y especies han conservado la denominación dada por Mutis: Barnadesia, Beforia,Ezpeletia, Ternstroemia, Vallea, Spilanthes americana,Aristolochia cordiflora y Sericotheca argentea.

La flora de Bogotá nunca se publicó en vida de Mutis. El sabio no la pudo concluir, disperso en infinidad de ocupaciones y fracasadas aventuras comerciales, como la organización de la factoría y estanco de la quina, basado en un meticuloso estudio que luego de 25 años de investigaciones dio como resultado el libro El arcano de la quina, obra aparecida inicialmente en el Papel Periódico de Manuel del Socorro Rodríguez y que es el único trabajo terminado de Mutis, en el que diferenció cuatro especies de quina: anaranjada, roja, amarilla y blanca, las cuales distinguió unas de otras según las reglas botánicas y su aplicación médica.

Con anterioridad, había escrito un proyecto de estanco de la quina, en el cual llamó la atención sobre la necesidad de racionalizar al máximo posible la explotación del producto. También intentó aclimatar los canelos de los andaquíes, que bien pronto se secaron, promover en la Corte el amargo té de Bogotá, que no fue aceptado en los mercados europeos, resolver consultas oficiales, trazar y dirigir políticas sanitarias y de minería, reformar los estudios de matemáticas del Colegio del Rosario e implantar los de medicina, de acuerdo con los logros del momento. Mutis murió en Santafé, el 11 de septiembre de 1808, a los 76 años de edad.